La noche en la que vine al mundo en casa de mi madre había fiesta con perdices en la mesa. Nadie acabó de cenar, a la primera contracción salieron corriendo.
Mientras mi madre me paría, los demás celebraban a pocos metros y puede ser por esto, por el vino, que aún hoy cuarenta y muchos años después no se ponen de acuerdo si mi fecha de nacimiento es el dos o el tres de diciembre. Yo, por si acaso, lo celebro dos veces.
Crecí jugando con mi hermana y mis cinco primos. Vivíamos en la misma casa y nos gustaba decir y, también pensar, que éramos siete hermanos. En cierto modo es así. Cuando me preguntaban que quería ser de mayor, respondía que quería dedicarme a jugar con niños.
Supongo que alguien que nació en mitad de una cena con perdices, a quien el número siete le acompañó en su infancia y que de mayor quería jugar con niños, tenía su futuro escrito. Debía ser: comediante, narrador, cómico de la legua.
BIOGRAFÍA
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